A la Puta que fue mía

Mujer, tú que no buscas más que mi dinero, quiero que cada beso y gemido que sale de tu ser cuente para mi cuerpo. No estoy aquí buscando sólo saciar mi lujuria. Busco compañía en la cama, pero no amor, esos fetiches mundanos dejémoslo a los idiotas. Esta noche es fácil o eso crees, porque no sabes nada de mí, porque soy mujer, porque nada puede pasar, pero no me conoces, mujer.

No sabes que antes de subirte al carro yo ya te deseaba. Te ríes de mí porque aparento inocencia y muchos años menos. No sabes, amor, lo hambrienta que estoy de tu cuerpo y las ansias que tengo de quitarme la soledad en tus senos.

“Tranquila”, me dices, mientras juega mi lengua con tus pezones y hundo mis dedos dentro de ti. Gimes, es parte del acto y yo quiero creerlo. Las putas no besan y la verdad no se me antojan tus labios. Yo busco que me necesites o por lo menos lo finjas. No me gusta darme cuenta de los engaños. Lo haces bien, pienso, cuando tus uñas se hunden, cuando me muerdes. Tus manos buscan tocarme, pero tú no estás aquí para darme placer. Tú estás aquí para someterte a mi deseo y mi poder.

“También sé hacerlo” me dices al oído y muerdes mi lóbulo. Dejo entrar tu mano y te miro a los ojos. Me gusta que me reten con la mirada. Ella lo hace todo el tiempo antes de besarme… ¡No, estoy pensado en ella! Estoy aquí porque ella no está aquí conmigo. Regreso a tus dedos y realmente lo haces bien, pero no estoy lista para dejarte ir. Necesito sacarme de mi cabeza su rostro y su cuerpo, por eso estás aquí. Quiero que llegues ya, con mis dedos. No estoy de humor para un oral. Saco tu mano y subo tu pierna derecha a mi hombro y mis dedos entran y salen con violencia. Me miras, sé que te gusta o eres la mejor fingiendo. Mi mano está empapada, no puedes mentirme. Te aferras a las sábanas, tu cuerpo se encorva y dejas salir el último gemido.


Espera, me dices, mientras intentas recuperar la respiración. Tú cuerpo no puede mentirle a mi mano. Retiro mis dedos y los froto sobre tus labios. Retomas donde te quedaste. “Cariño, quiero verte llegar. Sé que no falta mucho”. Es cierto, casi nada y ella realmente es hábil. Llego con un gemido seco. No es ella la que me hace llegar, eres tú y realmente no me interesa pero mi cuerpo lo necesita. Me tumbo sobre la cama. Quiero que se vaya y me deje sola. Se viste y se va. Toda una profesional. 

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