Lo que queda de hoy


Sé que esta es mi batalla y las victorias son sólo cuentos para dormir. Solíamos creernos héroes capaces de cambiar el mundo con nuestra manera de pensar. Solíamos creer y eso era suficiente para pasar las tardes debajo de los juegos oxidados para niños.

Ahí la realidad no tenía espacio porque creamos nuestra propia realidad sustentable entre lo que sea nos hiciera feliz. Las tardes de lluvia y sol, las paletas heladas en el mercado, la reta de la tarde, quedarnos echados sobre las resbaladillas y acaparar el único columpio. Vivir, reír y pelearnos de vez en cuando.

De pronto todo cambió para mí, todo cambió para ti. La amistad puesta en entre dicho. El coraje de perderte, la despedida absurda y sin sentido. A la tarde siguiente continuamos el ritual después de clases que practicábamos fielmente por felicidad. Había un adiós de por medio y un montón de promesas para olvidar. El pasado de otros nos alcanzó con la vida recién comenzada y pagamos por los errores de otros.

Queda decirnos suerte, sabemos que la vida no nos volverá a cruzar. Ojalá te acuerdes mí. Queda decirte, por si alguna vez llega esto hasta ti, que la amistad y las personas en mi vida van y vienen, así como tú y tu recuerdo en una tarde de lluvia en algún parque. Todavía suelo sentarme en los columpios. Y mientras me alcanzan los recuerdos, lo que de ti sea, de hoy en adelante, me da igual.

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