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Mostrando entradas de julio, 2017

Anécdota de otro fracaso

Me tomo el tiempo de escribir esto para purgarme de ti. Eso de morir de amor ya me resulta ridículo y hablar de dolor estoy más que cansada. Quererte fue un instante de alegría, ya no tengo 20 años para no entenderlo. Conozco mejor que tú el fondo del vaso y los bares de paso. Conozco bien las alegrías de una noche y el “te quiero” que se escapa por error. Pero besarte… besarte fue engañarme, bajar la guardia y olvidarme del porqué permanezco sola. Besarte fue sonreír de nuevo frente a unos ojos que me miraron sin odio. Besarte fue el acto más egoísta que he hecho y del que no me arrepiento. Besarte, mi amor, fue permitirme olvidarme de mis demonios que me atormentan en cada trago. Pero la cruda siempre llega y con ella el dolor de cabeza y el arrepentimiento. Con ella viene el juicio que se perdió por alegría de la noche fugaz, el antro y las personas que no volveremos a ver pero que fueron buenos camaradas nocturnos. No sólo tú despertaste con resaca. Mis barreras se levanta

Pensamientos inútiles #3

Eso del amor es complicado. Aún con los fracasos acumulados sigo sin tener idea para qué carajos nos enamoramos. Ella, que ha ocupado varios nombres, sigue sorprendiendo mi ingenuidad apareciendo por todos lados, apantallándome como la vez primera que la vi en aquellos ojos y esa sonrisa burlona. Cambia de forma, de nombre, de risa y duele de la misma manera que la primera vez. Algunas veces lleva un sólo nombre y me dejo desgarrar la piel y me someto a su dolor porque en su rostro acepto la mentira que más me aterra creer. Ella encarna mi debilidad y la felicidad dañina que añoro. Nunca se queda porque entendimos que de eso se trata el estar juntas. Otras tantas la confundo con lujuria y me aturde los sentidos momentáneamente. Me confunde la soledad. Otras veces es paz y tranquilidad pero nunca se queda por mucho tiempo. Ella que no tiene nunca sentido alguno. Ella que se va y viene y me harto suelo reemplazarla con alcohol.