Bitácora de una derrota en potencia. #1
No me malinterpreten cuando hablo de suicidio, pero la
muerte me hipnotiza. La amo más allá de la devoción. Ando con fronteras en los
brazos que marcan límites a mi demencia, en su mayoría cicatrices de guerra de
batallas perdidas.
Hay tanto escrito por locos. Yo que juré no volver a
escribir de mí si no es a través del otro. Yo que prometo tanto y no cumplo
nada.
Hablar de dolor me cansa. De eso ya he tenido toda la vida y
lo que me falta. De eso están hinchadas mis cicatrices y de porquería mental.
Yo, el suicida, ando con la derrota en la muñeca. No morí,
pero algo murió ese día, algo necesario, imprescindible que ya no necesito más.
Disculpen mi tristeza y mis pocas ganas de vivir, pero nací con demonios en la
cabeza. Así que no me hablen de las alegrías de la vida porque no las entiendo
y no deseo comprenderlas.
Escribir es una forma de vómito que a veces me permito. No,
no me malinterpreten cuando hablo de suicidio. Sólo aquellos que han estado ahí
por gusto propio entienden lo difícil que es permanecer aquí.
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